El 7 de diciembre de 2014 no fue ni va a ser de ahora
en más, un día común para el hincha sabalero. Llegó la fecha de la justicia, el
momento en que el desahogo se apoderó de los rojinegro en el duro y largo viaje
de seis meses buscando una ubicación de primera. Pero antes de seguir con el
retorno sabalero, mira todo lo que se bancaron en menos de un año:
Aquella ausencia ante Atlético Rafaela en el Brigadier
López, el 18 de noviembre de 2013, por una deuda con el plantel y posterior “consejo”
de Futbolistas Argentinos Agremiados, con Sergio Marchi al frente, llevaron a que
al equipo con el correr de los días se le diera el partido por perdido, cuando
en realidad los jugadores no hicieron más que hacerle caso a palabras de quien
era el encargado de proteger sus intereses, sin darse cuenta (quiero pensar
así) que les estaba haciendo daño, no solo a los que salían al campo de juego,
sino a la institución, y peor aún, a sus hinchas.
El club estaba acéfalo, devastado, destruido, no se
sabía quien lo manejaba, todo era una incertidumbre. No había conocimiento de
si le iban a pagar a los jugadores, y ni quien seria la mano encargada de
soltar los billetes para ponerlos al día.
El llanto de Prediger en un medio radial no hacía mas
que reflejar la bronca contenida de un hincha de Colón, con la diferencia que
el se ponía la camiseta cada fin de semana para defender dentro de la cancha
los colores de su club amado y de miles de personas más.
A todo estoy, hay que sumarle la quita de seis puntos
por una deuda que la institución mantenía con Atlante de México por el pase de
Juan Carlos Falcón, cuando en el fútbol argentino hay mas clubes con deudas
similares con equipos extranjeros. Pero sólo Colón fue castigado por FIFA. Es
como si se ensañaron con el más débil, con el inofensivo, porque ya no tenía la
mano de Grondona y entonces era más fácil pegarle una trompada tras otra para
que se vaya a la lona y le cueste levantarse. Lo tomaron como “El hijo de la
pavota”, aquel al que le apuntan de todos lados para tumbarlo a como de lugar.
Entonces, ¿Por qué a Colón se le aplicó el reglamento y a los otros equipos no?
No digo que este mal, pero si que haya coherencia a la hora de la sanción,
porque fue el único club que sufrió la quita de puntos, cuando en verdad eran
más los que estaban y aun siguen estando en falta.
Hasta que la gente explotó, no soportó mas tanta
injusticia, tanta mano ajena que se llevaba lo que en verdad era de los
hinchas, les estaban sacando la historia, le estaban regalando el lugar en
primera, ese que tanto tiempo supieron mantener con esfuerzo y dedicación. Los
denominados dirigentes se adueñaron de algo que no les pertenecía, vivieron de
Colón y no para Colón. Se ocuparon de que el club los mantuviera de pie a ellos
y no de que fuese al revés. Con esas actitudes de soberbia y crueldad, el
sabalero se estaba desmoronando, se estaba cayendo de a poco y esta vez si que
no se podía determinar donde seria el punto cúlmine.
La gente reclamó exhaustivamente las renuncias masivas
de la comisión, de quienes dejaron un club vacío y sin recursos. Se llevaron
todo, no quedó nada, solo la gente.
Es increíble que un equipo con campaña de clasificación
a una copa, tenga que jugarse en una final la permanencia en primera división.
Cosas que pasan en nuestro fútbol argentino solamente. Los pibes que se
pusieron la camiseta para reemplazar a quienes metieron a Colón en tan
desesperante situación y huyeron de la institución, se mataron en cada partido,
cada vez que tenían que salir a la cancha a jugarse por el todo o nada porque
no les quedaba otra alternativa si querían lograr la heroica. Muchos pibes
tuvieron que ponerle el pecho a las balas, hacerse hombres y jugadores
experimentados de la noche a la mañana.
Se estaban yendo al descenso de local contra Olimpo,
empataba en el Cementerio de elefantes con el equipo bahiense, hasta que sobre
el final llegó el desahogo desde la cancha hacia las tribunas. Gandin se hace
cargo de un tiro libre cerca del área grande rival, mete un centro que quería
ser empujado por las miles de almas sabaleras, pero sólo un corazón fue el
elegido para la locura: Lucas Alario, el héroe de tanto encanto. Victoria
sabalera, y a jugar un desempate con Atlético Rafaela en Rosario.
Vaya vueltas del destino, Colón no se presento a jugar
con el conjunto rafaelino y fue duramente castigado, ahora tenia la posibilidad
de mirar a la cara al mismo rival y desafiarlo de frente.
Allá fue Colón, y con ese nombre iban las ilusiones
sabaleras de todos sus hinchas, los que pudieron ir a la ciudad vecina, y de
quienes se tuvieron que quedar en Santa Fe a mirarlo por televisión. Tenia que
haber un ganador, un equipo se quedaba en primera, el otro iba a tener que
afrontar el duro campeonato del Nacional B.
Rodrigo Depetris fue el encargado de poner el único
tanto del partido, para dejar a La
Crema una temporada más en la élite del fútbol argentino y
decretar el descenso de Colón, después de 19 años. Así, el rojinegro tenia que
volver a una división a la que se había desacostumbrado, a la que le había
perdido el rumbo, y en la cual el camino de retorno se le iba a hacer mas
difícil de lo esperado.
Con el descenso sabalero, también se fue su
entrenador, Diego Osella, a quien los dirigentes, con Lalo Vega a la cabeza
habían ido a buscar de Patronato para que le de una mano al equipo del cual es
hincha. Les costó a los mismos dirigentes convencer al entrenador y su cuerpo
técnico de que sigan en el cargo, la desilusión de Osella era demasiada como
para seguir en una categoría que nunca se imaginó estar con Colón.
Pero no se quedó callado, asumió la responsabilidad de
conducir los destinos sabaleros en la segunda categoría, pero sentenció a los
culpables al decir: ”No se olviden de los verdaderos responsables de todo esto,
no se olviden de German Lerche”. Y si tenía razón, el principal responsable del
deceso tenía nombre y apellido.
Los hinchas en las tribunas lloraban la pérdida de
categoría, a la vez que aplaudían a quienes hicieron un campañon en primera,
pero pagaron las consecuencias de malas administraciones y elecciones pasadas.
Había que barajar y dar de nuevo, ahora con el menor
margen de error, porque tenía que ascender en seis meses.
Viniendo mas al presente, se hizo larguísimo el torneo
de la B para Colón,
y cuando digo Colón me refiero a los hinchas en general, porque cuando el club
estuvo a punto de desaparecer, fueron ellos los que reaccionaron para comenzar
con un cambio que hoy les da una alegría.
Viste por todo lo que pasaron los hinchas, todo lo que
tuvieron que soportar, que sufrir innecesariamente. Seis puntos robados de la FIFA , un mal consejo de FAA
(Futbolistas Argentinos Agremiados) y la soltura desde AFA hacia una persona
soberbia que solamente mantenía al club a costillas de Grondona, porque de Colón
el se estaba llevando todo: El ex presidente, el máximo responsable de que el
sabalero haya perdido la categoría después de casi dos décadas. Junto con el,
su comisión directiva, quienes fueron cómplices del delito que se estaba
cometiendo, y el que se disfrazaba con engaños a sus hinchas.
Ayer se hizo justicia porque Colón volvió a primera,
retornó al lugar que le robaron, del que lo despojaron porque lo agarraron de
juguete todos los escritorios importantes.
En el camino se fue el técnico, para que llegue Merlo. Y
fue “Mostaza” quien lo llevó a la felicidad, pero todo es de Diego Osella,
quien armo y banco este equipo que hoy esta celebrando.
Y fue Lucas Alario nuevamente el que hizo delirar a
los sabaleros con el remate de penal, en el mismo arco que le convirtió el
segundo gol a Olimpo para estirar la agonía. Este fue uno de los pibes que tuvo
que subir y aguantarse las críticas, para hacerse fuerte y factor fundamental
del ascenso.
Los hinchas volvieron a llorar, esta vez de felicidad,
porque se sentían de primera, porque nunca perdieron la esperanza y la fe de
que se iba a dar el tan anhelado retorno. Sabían que iba a costar muchísimo,
pero que iba a llegar. Y llegó nomás, por todos esos que se bancaron miles de
cosas en menos de un año, yendo a Rosario a verlo jugarse la vida. A los que
estuvieron en Pergamino bancandose la lluvia que casi los deja fuera de todo,
pero no. Colón tenia una chance mas, el oxigeno todavía le daba para respirar
un poquito más y ver si el desenlace era fatal o alegre. Y fue alegre nomás,
fue un desenlace feliz para todo el pueblo rojinegro, para la negrada que otra
vez acompañó al equipo soportando otra lluvia, esta vez en su casa, para
desatar la locura sana y los festejos que bien merecidos lo tienen.
Salud Colón, felicidades pueblo sabalero. Y como dicen
ustedes: “Si no se sufre, no vale”. Sufrieron más de la cuenta
innecesariamente, pero lo lograron.
¡¡¡A festejar!!!
Mariano Palacio
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